Finalizó el pasado miércoles la vigesimosexta edición (que se trague su propia lengua el que diga ventiseisava) de la feria internacional del libro de Bogotá, que ahora se llama filbo (recuerde que si no suena agringado no está de moda) y es la vigesimoprimera vez que tengo la oportunidad de asistir a tan esclarecido evento de la cultura y las letras no sólo de Bogotá, sino de Colombia, el mundo y sus alrededores.
Año tras año acudo a visitar los pabellones y, esquivando a vendedores de cursos de lectura rápida e inglés, hago mi recorrido para ver las novedades literarias de la temporada, los autores de moda, los temas del momento, el siempre creciente precio del maíz pira, el también creciente número de "estatuas humanas" y hago un largo etcétera de las más variadas e inútiles observaciones.
Ni falta hace decir que casi nunca me alcanza la plata para comprar libros. A veces para maíz pira.
Ni falta hace decir que casi nunca me alcanza la plata para comprar libros. A veces para maíz pira.
Avalado por estos 21 años ininterrumpidos de observación y análisis, presento hoy a los lectores el fruto de mis reflexiones sobre la industria editorial: la guía para ser un escritor de éxito. Particularmente útil si usted no tiene ni idea de escribir (bienvenido, colega), si lo que le interesa es mojar prensa (bienvenido, fantoche) y lo que anhela es ganar dinero publicando libros (bienvenido, iluso). Alguno de estos atajos le llevará al éxito. Escoja el que más le guste, prenda su compu y ¡a escribir!
(Si hace clic sobre las imágenes, se amplían, y se justifica que me haya pasado horas y horas haciéndolas. Gracias).
No importa si se trata de la procaz novela erótica autobiográfica en la que revela sus perversiones, tan sórdidas, retorcidas y oscuras que harían sonrojar al marqués de Sade, de un tratado sobre el impacto de la cotización internacional de la papa criolla en la economía informal de Papúa Nueva Guinea o de la tierna historia de un pajarito que hizo su nido en una escuela y era alimentado por los estudiantes y las maestras hasta que un día murió succionado por la turbina de un avión de combate. Ponga en la portada de su libro la foto de una vieja en bola, y venderá.
2. La palabrota en el título.
Los autores irreverentes, los que rompen reglas, los que nadan contra corriente, los renegados, los que se expresan con desparpajo, los que desafían al "establecimiento", los que no temen provocar la censura y generar escándalo están de moda. Incluya en el título de su libro una palabrota y clasificará automáticamente en el selecto grupo de los valientes escritores e intelectuales que escriben como se les da la gana, y venderá.
Presenciamos el auge las novelas que tratan de las conspiraciones. El secreto poder del Opus Dei, los ritos de los masones, las operaciones encubiertas de la CIA, los Anunnaki reptiles del espacio que desean adueñarse del mundo, los tesoros escondidos de los templarios, los asesinatos ordenados por la curia vaticana, los mensajes subliminales en las películas infantiles, el cadáver del extraterrestre en el área 51, el asesinato de Kennedy, el asesinato de Gaitán, los mensajes ocultos en las pinturas de Omar Rayo... Mejor dicho, tema es lo que hay. Escriba una novelita con pinta de crónica sobre alguna conspiración, y venderá.
4. Literatura para la mujer liberada.
¿Cocina, decoración o moda? ¡Ni por error! Eso es escribir para la mujer del medioevo. Lo que manda la parada en producción editorial hoy en día es el libro para la mujer liberada. Consejos para zafarse de la moral esclavizante, manuales para sobrellevar el despecho, diatribas interminables contra los machos, literatura semierótica (o erotismo semiliterario, como quiera). Si el libro lo escribe un hombre, es imprescindible que lo haga con seudónimo de mujer. Háblele al oído a la mujer liberada, y venderá.
Los gerentes modernos y los mandos medios en los departamentos de recursos humanos de las empresas de nuestro país son ávidos consumidores de libros sobre gerencia, o management que le llaman ahora (recuerde que si no suena agringado no está de moda). Lo mejor del asunto es que no hace falta saber mucho sobre nada en particular. Si tiene un caso de éxito de alguna empresa en la que trabajó, está hecho. Si no lo tiene, igual puede hacer un análisis exhaustivo de alguna empresa de renombre (así no la conozca ni de lejos). Haga una colección de recomendaciones obvias o muy disparatadas, utilice un título rimbombante o ridículo para su libro (ojalá con palabrejas en inglés), por ejemplo Maizitos vs. Doritos: el poder del local branding en la estrategia corporativa global, y venderá.
6. La infaltable antología.
Si el problema es de falta de inspiración, nada mejor que una compilación. Desde la colección de mil coplas populares de Consacá, pasando por las 100 recetas con aguacate relleno de mora, hasta la selección de los mejores trinos de algún famoso fallecido recientemente, una antología tiene la doble ventaja de que, además de aparecer (y facturar) como autor, usted da la impresión de ser experto en algún tema. Compile (o fusile), sin escrúpulos, y venderá.
Los ocho mil elefantes monitos retrecheros, los paracos, "lafar", las bacrim, los sicarios de la comuna, el carrusel de la contratación, el patrón paisa, el otro patrón paisa (el que está muerto), el desacato a las tutelas en el sistema de salud... Cualquier tema del pasado reciente o del presente indecente del país se presta para escribir un libraco atractivo para el consumidor deseoso de morbo criollo. Si el título incluye palabras como oscuro, sombras, maligno, patrón u otras por el estilo, tanto mejor, porque hasta pueden hacerle una telenovela. Consiga un guardasespaldas alto y fornido, póngase en el plan de sacar los trapitos patrios al sol, y venderá.
8. Autoayuda y dietas.
Tan segura es la poca efectividad de este tipo de libros, como la gran cantidad de compradores que tienen. El sueño de una personalidad colosal o de un cuerpo ultraliviano moviliza intereses y vacía billeteras a lo largo y ancho de nuestro largo y ancho país, pues abunda la gente con personalidad ultraliviana y cuerpo colosal. Créame, amigo lector, que si la autoayuda ayudase no andaría yo de bloguero, y si leer adelgazara no agrietaría yo la superficie del planeta con este décimo de tonelada que difícilmente hago rodar de aquí para allá. Sin embargo, escriba un librito de autoayuda o sobre una dieta novedosa, y venderá.
9. Una saga peliculable.
El 90% de los tuiteros se cree opinador profesional, el 90% de los opinadores se cree periodista, el 90% de los periodistas se cree escritor y el 90% de los escritores cree que sus libros merecen ser llevados al cine. El problema de este atajo es que la industria cinematográfica de hoy exige que el autor tenga pensado tema para dos o tres películas, por lo menos. Antes, con un buen libro bastaba. Luego se les ocurrió que el libro debía tener una secuela para hacer otra película. Ahora apareció un engendro idiomático-cinematográfico-literario: la precuela (que se muerda la lengua y sangre el que inventó esa palabreja). Sí quiere ver su obra en la pantalla grande, escriba una precuela, una cuela y una secuela (si es bueno para echar carreta, escriba una saga completa), y venderá.
10. El mágico título esdrújulo.
Una intrincada conjunción de razones socioculturales, fonológicas, neurolingüísticas y electrofisiológicas (o sea, no tengo ni idea del por qué) hace que los lectores se inclinen por títulos que tienen palabras esdrújulas (No recuerdo si es Cortázar u otro autor el que trata este tema en alguno de sus libros). Fíjese nomás en Ávatar, la Cándida Eeréndira, y tantos otros. Si su título tiene cuatro palabras esdrújulas, no solo será un best seller, sino también un póker, como la novela "Érika, la lúcida fanática estroboscópica" o "El mágico y trágico éxodo del último céfiro romántico". Así que hágale, póngase esdrújulo, y venderá.
Ahora, si no le gustan los atajos y lo suyo es la escritura de verdad, pues escriba, y ojalá bien. Pero no le garantizo que venderá.
Nuestro agradecimiento a Editorial Fotoshó, que nos facilitó las carátulas de algunos de sus libros.
Y nuestras disculpas a los autores originales de las imágenes utilizadas.
Y nuestras disculpas a los autores originales de las imágenes utilizadas.
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