CD y DVD piratas. Tomado de http://www.vanguardia.com/ |
Donde florece el éxito aparece la envidia, así como donde crecen los cultivos aparece la cizaña. Y es que una vez que alguien ha conseguido el éxito, siempre aparece otro alguien que se quiere aprovechar del triunfo ajeno para su propio lucro. Ha pasado desde tiempos remotos y seguirá pasando per secula seculorum.
La piratería es un mal muy conocido en el llamado tercer mundo (qué término tan maluco; nos deja como si fuésemos un mundo pirata), que reporta millones de dólares en pérdidas anuales a las empresas productoras de software, cine, libros y música entre otros. Abundan en la geografía capitalina las islas de piratas, donde se consigue con facilidad este tipo de artículos. Sanandresitos, los alrededores de Unilago, los 'agáchese' de la carrera 7, el "centro cultural del libro" (¡Hágame el favor!), y tantos otros centros de distribución de lo chiviado, en los que los capitalinos pueden acceder a productos de dudosa calidad a precios bajos, incumpliendo además algunas leyes.
Otra manifestación de esta envida-oportunismo comercial la constituyen los negocios clonados. En Bogotá es habitual encontrar restaurantes con nombres como "Surtidora de Aves la 22" y "La Brasa Rola", supermercados en barrios populares con nombres como "Mi Cafancito" o "Mini Idema", y tantos otros cuyos nombres son evidentes adaptaciones de los de establecimientos de prestigio. Hace poco más de un mes, en la calle 163 con carrera 9 en Bogotá, encontré un vendedor ambulante con un carrito que llevaba alimentos (dulces, empanadas, bocadillos, emparedados, galletas, gaseosas, etc.) y que tenía el sugestivo nombre de "Carrofour".
También son muy conocidos los productos extranjeros de imitación, que también hacen uso de leves deformaciones de marcas de alto prestigio:
BlueBerry, HiPhone, Panascanic, Hike, Roxana, Sqny, Sonia, Adadis, PolyStation, CheryQQ, Bucksstar y Heimekem. |
Un caso muy particular es el del pintor holandés Han Van Meegeren, famoso por copiar la obra de su coterráneo Johannes Vermeer. Lo curioso del trabajo de Van Meegeren fue que creó obras nuevas que hacía pasar por cuadros de Vermeer, logrando tal grado de perfección en la imitación del estilo de su paisano que engañó a varios especialistas, al propio gobierno holandés y a los nazis. Van Meegeren vendió uno de sus falsos Vermeer al nazi Hermann Göring -mariscal del Reich-, por lo que fue acusado de traición y le esperaba la pena de muerte. Debió pintar bajo supervisión de las autoridades holandesas para demostrar que él era el autor de las obras. Levantada la acusación de traición, fue acusado de falsificación y fraude. Murió mientras se apelaba su caso en la corte.
Cristo con la adúltera. El Vermeer falso que Van Meegeren pintó y vendió al nazi Hermann Göring |
Pero más extraño aún es este caso de falsificación:
El señor Pablo Vergara (nombre cambiado porque ya no recuerdo cómo se llamaba) es un fotógrafo que trabaja en Bogotá, a quien conocí a mediados de la década de 1990. Como muchos otros fotógrafos, registra con su cámara primeras comuniones, bautismos, matrimonios, fiestas de 15 años, grados y demás eventos sociales. Sin embargo, Vergara explotaba, por aquella época, un muy extraño y no sé qué tan lucrativo negocio: Vendía bendiciones papales chiviadas.
Una bendición papal, o bendición apostólica es un documento oficial emitido por el Vaticano, en el que el Papa impone su bendición ya sea a una congregación, una institución, un grupo de personas, una familia, o -con menos frecuencia- a un individuo. Aunque no tiene la firma del Papa, sino de algún Obispo u otro funcionario de la Limosnería Vaticana, es el equivalente a un autógrafo del Sumo Pontífice, que se entrega en un pergamino con la imagen del Papa y un texto en el que se invoca la bendición de Dios para el donante (visite el sitio oficial de la Limosnería Apostólica haciendo clic aquí).
Lo verdaderamente perverso del negocio del señor Vergara es que él hace creer a sus víctimas que son documentos auténticos expedidos en Roma, que tramita mediante conocidos suyos. Como, además los entrega ya enmarcados, quienes han caído en su trampa difícilmente pueden comprobar la falsedad de lo que reciben.
Talentoso, como muchos colombianos, y con un enfoque perverso de ese talento (como tantos otros colombianos) y en una época en que el software de edición de imágenes no era popular, hay que reconocer que este falsificador hacía un muy buen trabajo de manipulación fotográfica para reemplazar el nombre del documento original por el del pobre estafado. Orgulloso, me mostró uno de sus productos, encargado por una familia muy piadosa y muy ingenua que además le había pagado por adelantado.
¿Qué efecto teológico tendrá una bendición chiviada? ¿Se condenará el falsamente bendecido? ¿En qué paila del infierno arderá el falsificador? Como el dinero recibido no se destina a la caridad, ¿en qué se gastará esa platica ese tipo? ¿Cuántos incautos habrán caído en la trampa de Pablo Vergara? ¿Volverán las oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar? Mama, ¿Qué será lo que quiere el negro? ¿No tiene más sueltico, mono? ¿Es que usted no sabe quién soy yo? ¿Cuántos pares son tres moscas? Sumercé, ¿por acá dónde hay una droguería? Como pueden ver, son muchas las preguntas que genera este tema.
Siempre he creído que para cada borrego hay un pastor, y por lo visto por cada oveja con lana también hay alguien dispuesto a esquilarla (y no siempre es el pastor). Así que cuidado, piadosas señoras, hay un tipo vendiendo bendiciones papales chiviadas.
Cambiando levemente de tema, si siempre ha querido utilizar Adobe Photoshop para editar imágenes y le parece muy costoso y no quiere comprarlo pirata, primero que todo lo felicito, y en segundo lugar le recomiendo que utilice el GIMP (programa GNU de manipulación de imágenes). Es un software libre y gratuito que da resultados de alta calidad aún utilizado por usuarios torpes como yo. Funciona en Windows, Linux y Mac. A continuación un ejemplito de lo que se puede hacer fácilmente con GIMP, si quiere empezar su propio negocio de bendiciones papales chiviadas (pero ojo, que se condena).
El señor Pablo Vergara (nombre cambiado porque ya no recuerdo cómo se llamaba) es un fotógrafo que trabaja en Bogotá, a quien conocí a mediados de la década de 1990. Como muchos otros fotógrafos, registra con su cámara primeras comuniones, bautismos, matrimonios, fiestas de 15 años, grados y demás eventos sociales. Sin embargo, Vergara explotaba, por aquella época, un muy extraño y no sé qué tan lucrativo negocio: Vendía bendiciones papales chiviadas.
Una bendición papal, o bendición apostólica es un documento oficial emitido por el Vaticano, en el que el Papa impone su bendición ya sea a una congregación, una institución, un grupo de personas, una familia, o -con menos frecuencia- a un individuo. Aunque no tiene la firma del Papa, sino de algún Obispo u otro funcionario de la Limosnería Vaticana, es el equivalente a un autógrafo del Sumo Pontífice, que se entrega en un pergamino con la imagen del Papa y un texto en el que se invoca la bendición de Dios para el donante (visite el sitio oficial de la Limosnería Apostólica haciendo clic aquí).
Lo verdaderamente perverso del negocio del señor Vergara es que él hace creer a sus víctimas que son documentos auténticos expedidos en Roma, que tramita mediante conocidos suyos. Como, además los entrega ya enmarcados, quienes han caído en su trampa difícilmente pueden comprobar la falsedad de lo que reciben.
Talentoso, como muchos colombianos, y con un enfoque perverso de ese talento (como tantos otros colombianos) y en una época en que el software de edición de imágenes no era popular, hay que reconocer que este falsificador hacía un muy buen trabajo de manipulación fotográfica para reemplazar el nombre del documento original por el del pobre estafado. Orgulloso, me mostró uno de sus productos, encargado por una familia muy piadosa y muy ingenua que además le había pagado por adelantado.
¿Qué efecto teológico tendrá una bendición chiviada? ¿Se condenará el falsamente bendecido? ¿En qué paila del infierno arderá el falsificador? Como el dinero recibido no se destina a la caridad, ¿en qué se gastará esa platica ese tipo? ¿Cuántos incautos habrán caído en la trampa de Pablo Vergara? ¿Volverán las oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar? Mama, ¿Qué será lo que quiere el negro? ¿No tiene más sueltico, mono? ¿Es que usted no sabe quién soy yo? ¿Cuántos pares son tres moscas? Sumercé, ¿por acá dónde hay una droguería? Como pueden ver, son muchas las preguntas que genera este tema.
Siempre he creído que para cada borrego hay un pastor, y por lo visto por cada oveja con lana también hay alguien dispuesto a esquilarla (y no siempre es el pastor). Así que cuidado, piadosas señoras, hay un tipo vendiendo bendiciones papales chiviadas.
Cambiando levemente de tema, si siempre ha querido utilizar Adobe Photoshop para editar imágenes y le parece muy costoso y no quiere comprarlo pirata, primero que todo lo felicito, y en segundo lugar le recomiendo que utilice el GIMP (programa GNU de manipulación de imágenes). Es un software libre y gratuito que da resultados de alta calidad aún utilizado por usuarios torpes como yo. Funciona en Windows, Linux y Mac. A continuación un ejemplito de lo que se puede hacer fácilmente con GIMP, si quiere empezar su propio negocio de bendiciones papales chiviadas (pero ojo, que se condena).
Bendición papal de Juan Pablo II, lista para adulterar. |
Nota: Las obras, documentos, productos y marcas que aparecen en esta publicación, así como los derechos correspondientes a ellas, pertenecen a sus respectivos propietarios y son utilizadas en este blog sin ánimo de lucro y -como las medias de lana- sin ánimo de lycra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario