Imagen tomada de la novela ZZZ (Zombis Zedientos de Zangre) de Miguel G. Camacho. Bajo licencia Creative Commons. |
Uno de los temas más frecuentes (particularmente en el cine y la televisión) es el del apocalipsis zombi, es decir el levantamiento colectivo de muertos vivientes que se levantan de sus tumbas y atacan a los vivos para apoderarse de sus cerebros.
Pero en Colombia, país donde los muertos votan, cobran pensión y firman contratos, nuestro nivel de relación con los muertos vivientes no da para terror, sino más bien para una complaciente indiferencia. Además, bombardeados por la programación de los canales privados ¿conservaremos algo en nuestros cerebros que los zombis puedan considerar valioso? ¿No se intoxicará el zombi que se come el cerebro de un televidente de "Muy buenos días" o "Los tres caínes"? ¿No somos los televidentes un poco zombis?
De otra parte, yo me opongo firmemente a creer que si se llegase a dar un levantamiento colectivo de zombis su objetivo fuese ensañarse golosamente con la materia gris de quienes no hemos muerto. Me baso en razones aportadas por un estudio semiológico del zombi, cuyos resultados presento a continuación, no sin antes dedicar unas breves palabras a señalar una extraña coincidencia: hay dos disciplinas llamadas semiología.
La primera de ellas, y la más conocida, es la rama de la lingüística que se encarga del estudio de la interpretación y producción de sentido, que tuvo su origen en la década de 1960 (si está desparchado, sepa más sobre semiología aquí). La otra disciplina que conocemos como semiología es la rama de la urología que se encarga del estudio de la incontinencia urinaria, y que fue desarrollada a finales del siglo XIX por los médicos españoles Tolomeo Torrente y Simeón Fuentes (Qué curioso, de esto no hay artículo ni en Wikipedia ni en el rincón del vago).
Volviendo al tema, un estudio semiológico (en el primer sentido de semiología que expusimos) nos revela, con un poco de ayuda del sentido común, que los zombis son gente como nosotros, porque además de votar, cobrar pensión y firmar contratos...
Los zombis que vienen a casa a saludarnos, zombis-itantes.
Los zombis que sufren de estrabismo, zombi-zcos.
Los zombis que meten porquerías, zombi-ciosos.
Los zombis que tocan zambas argentinas, zombi-scontis.
Los zombis que no han perdido extremidades inferiores, zombí-pedos (Escribí pedos. Perdón, mamá).
Los zombis que hablan dos idiomas, zombi-lingües.
Los zombis a quienes les gustan zombis y zombias, zombi-sexuales.
Los zombis que adivinan el futuro, zombi-dentes.
Los zombis de juegos 3D creados por computador, zombi-rtuales.
Los zombis recién resucitados, zombi-soños.
Los zombis que alternan estados eufóricos con estados depresivos sin aparente causa, zombi-polares.
Los zombis zarrapastrosos y los que embalsaman difuntos, zombi-cepresidentes.
Los zombis de costumbres bajas e inmorales, zombi-les.
Los zombis cuyas esposas siguen muertas, zombi-udos.
Los sucesos, (ora difíciles, ora de regocijo) que les pasan a los zombis, zombi-cisitudes.
Las uniones de las almas de los zombis con sus cuerpos muertos, zombi-nculos.
Los zombis que sueñan con un mundo en el que no serán discriminados, zombi-sionarios.
Los vehículos de pedales en los que se transportan los zombis, zombi-cicletas.
Los pelitos que nos nacen sobre el labio superior, zombi-gotes.
Dos millones de millones de zombis, zombi-llones.
Como pueden ver en esta lista de apenas veinte ejemplos (imagino que ya se les están ocurriendo otros), se trata de seres tan comunes y corrientes como nosotros, que zombi-ctimas de discriminación, porque todo lo que no entendemos lo atacamos (qué pena pero así somos los vivos).
Antes de despedirme, un afectuoso saludo a Nagilod Ocoha, Yeanin Oliveros y Al Ochoa, que me ayudaron a encontrar estos ejemplos una noche, mientras cenábamos en Crepes & Waffles, porque allá los platos zombi-en ricos. Sus aportes siempre zombi-envenidos.
Sin el ánimo de crear una colección de recursos sobre zombis, porque dichas colecciones alcanzan tal extensión que realmente zombi-bliotecas, aquí les dejo algunos enlaces que pueden ser de interés:
La novela ZZZ (Zombis Zedientos de Zangre) de Miguel G. Camacho.
Mi novio es un zombie (canción de Alaska y Dinarama).
Zombie (canción de los Cranberries).
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