domingo, 4 de agosto de 2013

Inventos fallidos

Si hay historias tristes en el mundo de la innovación, la mía es una de esas.

Foto de Jakob Richter.
Tal vez sea un asunto genético pues mi padre, siendo aún un niño, descubrió que llenando un cuentagotas con tinta podía hacer una línea continua al presionar suavemente la cabeza del instrumento mientras desplazaba el otro extremo sobre una hoja de papel.  ¡Había descubierto la pluma fuente!  Un día que bajaba al pueblo con mis abuelos descubrió, con cierta desilusión, que alguien se le había adelantado (apenas unos 120 años) y había desarrollado su invento hasta convertirlo en un instrumento de escritura de amplio uso en la ciudad.  Ese día mi abuelo descubrió, con cierto disgusto, cuál de sus hijos era el que llenaba sus papeles de líneas de tinta y ensuciaba los cuentagotas, y no tuvo que inventarse la paliza que le dio al genio de la familia. Así que el pequeño inventor dejó de lado los artilugios novedosos y concentró su creatividad en la música y la poesía, campos en los que, si bien tampoco alcanzó la gloria, obtuvo buenos resultados.  Dicen que de tal palo, tal astilla, y parece que es cierto, porque a mí me ha pasado más o menos lo mismo, excepto por la parte de los buenos resultados.

Caracol. mundoliterariodelachucua.blogspot.com
Tenía unos seis o siete años cuando, desatendiendo los sabios consejos de mi madre, me puse a jugar a hacer el bizco mientras caminaba por la casa. luego de tropezar dos o tres veces me quedé viendo la cabecera de la cama de mi hermano, que era roja y tenía unos pequeños puntos blancos ordenados simétricamente.  Pues bien, cuando uno mira bizco sobre una imagen con esas características, los puntos se superponen y generan una imagen tridimensional.  Extasiado como estaba, con el descubrimiento accidental de la estereoscopía, no escuché a mi madre que llegaba a buscarme (ella sabía que si yo me quedaba callado por más de 5 minutos era porque me estaba metiendo en algún problema).  Con su llamado de atención mis ojos retornaron a su posición habitual y con ello dejé pasar la oportunidad de desarrollar un hallazgo que luego hubiera podido comercializar, y ni falta que hizo: hoy en día las estereografías ya están pasadas de moda.

Muñecas de amero.
Uno de mis más queridos inventos fue una colección de muñecas hechas con amero (la cáscara que recubre las mazorcas).  La idea era utilizar un material de deshecho luego de la recolección del maíz para confeccionar figuritas coleccionables.  Dando el debido tratamiento al amero éste se endurece y adquiere gran resistencia.  Ya había diseñado algunos prototipos y tenía un sugestivo nombre para mi marca, un bonito juego de palabras que hacía relación al origen de las muñecas: Maizín.  Cuando comencé mi estudio de mercado para las maizín, vi un anuncio en televisión que dio al traste con mi sueño de juguetero.  Los condenados de Mattel habían lanzado sus muñecas My scene (se pronuncia igualito que mi marca, Maizín) y se vendían como mazorca a la salida del estadio.  
Y, todavía peor, también descubrí que desde hace generaciones, en toda latinoamérica, las mujeres del campo le hacen a sus hijas lindísimas muñequitas de amero, que ahora también se comercializan y son una bonita artesanía.

Grandes marcas que me rechazaron.
Como por el lado de los juguetes no tenía mucho futuro, unos años después intenté con el diseño de automóviles.  Esta vez me la jugué claramente por algo que ya estaba inventado (para no tener sorpresas desagradables) y me dediqué por un tiempo con bastante entusiasmo a preparar mis bocetos para un auto conceptual que dejara boquiabiertos a los fabricantes de automotores.  Envié mis diseños a tres prestigiosas firmas: una francesa, una japonesa y una norteamericana.  La respuesta que recibí de las tres fue prácticamente la misma (¡tan originales!) me agradecían por enviarles mis bocetos pero consideraban que no eran aptos para ser puestos en la línea de ensamblaje... y, sobre todo, había escogido nombres que -a juicio de sus publicistas- no resultaban llamativos o eran muy complicados de pronunciar para ciertos sectores de compradores.  Así que ustedes, queridos lectores, jamás verán rodar por las calles mis tres diseños de auto: el Atro Peugeot, el Mazda Ñado y el Ford Tuna.

http://angiesweetgirl.deviantart.com
¿Qué me quedaba? Seguir los pasos de mi padre, el otro inventor frustrado de la familia. Así que me dediqué a la literatura, y comencé -cómo no- escribiendo un pequeño cuento, mi propia versión de la clásica historia de la princesa y el sapo, por allá en el año 2002.  Lo novedoso de mi historia era que Ranaldo (el sapo) sí era un príncipe, pero no un príncipe humano. Era el hijo del rey de los sapos, desterrado por una malvada rana bruja.  La muchacha, luego de oír su historia, le daba el tradicional beso y ella se convertía en ranita y, roto el hechizo que había desterrado al príncipe, volvían al charco del reino de Ranaldo, donde eran felices y comían moscas por siempre.  Sí, yo sé que para esta altura ustedes ya habrán notado que esos condenados de Disney se me adelantaron e hicieron la película.  Me dio tanta rabia que no la quise ver y jamás la veré.

En ese momento me quedó absolutamente claro que yo no era, ni soy, ni seré inventor, ni escritor... y para alivio de los oídos de todo el género humano, ni siquiera lo voy a intentar como músico.

sábado, 29 de junio de 2013

Al Mohad, el calculista.

Bagdad. A la izquierda se ve mi casa.
Foto de Zzztriple2000
    Yo nací en Bagdad, en una pequeña casita a orillas del Tigris.  Mi infancia transcurrió como la de todos los niños de mi vecindario: mientras aprendía junto con las primeras letras las enseñanzas del Profeta en el Corán, me adentraba también en el conocimiento del universo maravilloso de las artes y las ciencias, aunque mis profesores siempre me consideraron un mal estudiante porque no aprendía como los demás.  Y en parte tenían razón.  La verdad es que yo siempre aprendí de cada uno de mis maestros algo que los demás estudiantes nunca fueron capaces de ver, y ello me costó varias reprimendas, muchos castigos y una que otra paliza de mis maestros y mis padres.

    Mientras mis compañeros aprendían de Al-Juarizmi el arte de calcular, yo me aprendía varias rancheras de Al (icia) Juárez.  Cuando ellos aprendían los fundamentos de la geometría con Omar Khayam, yo descubrí que un man callado pasa fácilmente desapercibido. Y para cuando ellos aprendieron a resolver ecuaciones de tercer, cuarto y quinto grado en los textos de Al-Karaji yo ya había mandado la escuela Al-Karajo, y tenía mi puesto de calculista cerca de un bazar.

Bazar.  www.serturista.com
    Durante algunos años trabajé en mi puesto de calculista, ayudando a las buenas gentes a no ser estafadas por los siempre codiciosos comerciantes y los voraces prestamistas.  A la vez que me ganaba el respeto y la admiración de los unos, los otros buscaban motivos para hacerme caer en desgracia.  Es que cuando uno afecta los intereses de los poderosos es perseguido, aquí y en Cafarnaúm. Bueno... tampoco es que Cafarnaúm quede muy lejos de Bagdad, apenas a unos pocos días en camello, así que huir a Cafarnaúm nunca me pareció una buena idea.  Siempre es mejor trabajar honestamente, y que Alá te proteja.  Mi nombre, Al Mohad, significa donde reclina la cabeza el soñador, y debe ser justamente por soñador que a veces me meto en problemas.

    Volví entonces a la escuela, pero ahora como profesor de cálculo en la célebre academia de álgebra que creara el Al-Mansur, el victorioso, cuando inspirado por Alá fundó nuestra ciudad.  Pero sólo estuve  allí seis meses, ya que fui expulsado porque, a juicio de los demás profesores, mis enseñanzas se apartaban de la doctrina tradicional.  Y no hay delito más grave en una escuela tradicional que tener ideas nuevas, y transmitirlas a los demás.

Escudo de la escuela Al-Khetaminoffen
    Así que me asocié con un viejo conocido, mi vecino el alquimista y cocinero Al-Khashoff, y fundamos nuestra propia escuela de cálculo: la Al-Khetaminoffen, donde enseñábamos a los alumnos a prevenir el cálculo dental, a disipar el cálculo renal, a operar el cálculo vesicular y a mitigar el terrible dolor de los cálculos de la glándula salival.  Tuvimos mucho éxito, pero tuvimos que cerrar la escuela luego de algunos años porque el director de una escuela rival, Al-Spirin, nos acusó falsamente de profanar cadáveres.

    Sin embargo, la fortuna nos sonrió.  Al-Khashoff y yo prosperamos en otros negocios y fundamos el grupo empresarial Al-Kaparar, que incluía al restaurante Al-Morzar, el balneario Al-bercah, la escuela de griego Al-falfa, el rancho ganadero Al-Bahaca, la constructora Al-Bagnil, la taberna Al-Kohol, el mirador turístico Al-lá, el desenguayabadero Al-Kasseltz y hasta una venta de Al-fajores en el bazar de la ciudad.  Todo iba bien hasta que se me ocurrió la brillante idea de presentar una ponencia en la academia de álgebra donde años atrás fui profesor.  Esta vez tuve que enfrentar la pena de destierro y la pérdida de todas mis posesiones materiales, o me sería amputada la cabeza.

Desierto de la Tatacoa
www.huilaturistica.com.co
    Pero Alá se apiadó de mí y luego de cruzar los mares llegué a una tierra maravillosa donde por fin pude ser feliz, llevando una vida sencilla.  Ahora vivo en Colombia, en el departamento del Huila.  Vivo en Al-geciras, donde reparto mi tiempo entre mi negocio, donde vendo bizcochos de achira y mi labor como docente de matemáticas en un colegio.  Cuando siento nostalgia de mi tierra natal, me escapo al desierto de la Tatacoa, que queda apenas a una jornada en camello.  Lo difícil aquí es conseguir un camello que lo lleve a uno, así que por lo general me voy en carro, y me demoro apenas 4 horas en llegar.

    ¿Por qué me gustó Colombia? Bueno, es que aquí encontré gente que piensa diferente, como yo.  Aquí todo el mundo sabe desde pequeño que el binomio cuadrado perfecto es el de Rafa Orozco (que Alá lo tenga en su gloria) y el Pollo Romero, que a veces es necesario salirse por la tangente, que conseguir camello está tenaz, todos mantenemos el bolsillo en estado de "conjunto vacío", aquí las cuentas son claras y el chocolate espeso se come con la mejor Al-mojábana del mundo, existen números imaginarios como el jijuemil y medidas abstractas como el jurgo y el tris.  Bueno, y por acá también hay gente de apellido Manzur, como en Bagdad.

    Aproveche que estamos de puente y péguese la rodadita... venga al Huila y parrandee de lo lindo en el San Pedro, y de paso me compra unas achiras.

A Ruhollah Ayatollah Jomeni
tampoco le gustó mi ponencia.
    ¡Ah! Olvidaba contarles por qué fui desterrado.  Es una historia muy triste y que revela, una vez más, que la intolerancia es un pesado yugo que la humanidad deberá cargar por siempre y que le dificulta progresar.  Resulta que la famosa escuela de Álgebra en la que estudié y de la que luego fui maestro allá en Bagdad organizó una conferencia internacional que contó con ponencias de más de mil estudiosos de todas las ramas de la matemática y del álgebra en particular.  No podía ni quería quedarme por fuera de tan importante evento así que luego de mucho meditar, escribí una ponencia y la envié a dicha conferencia.

    Mi ponencia era muy simple, pero radicalmente renovadora. Simplificaba uno de los teoremas más estudiados del álgebra, y hasta contenía un pequeño toque de poesía.  Pero cuando los jueces de la conferencia la leyeron me acusaron de impiedad, erotismo y herejía; y me condenaron automáticamente al destierro.

El famoso teorema.  www.wikimedia.org
    Les cuento de qué se trataba: es de público conocimiento que en un triángulo ABC las medidas de los lados que se oponen a cada uno de los ángulos son a, b y c, respectivamente, por lo cual el resultado de dividir la medida de un lado sobre el seno de su ángulo opuesto es equivalente con el resultado de la misma operación para cada uno de los otros dos pares de lados y ángulos.  Dicho de otra forma: a / SenA  =  b / SenB  =  c / SenC

    Todo aquel que haya pasado por el bachillerato conoce este teorema. Pues bien, mi herejía, la que me trajo el deshonor. la pobreza y el destierro para luego conducirme a la hermosa tierra colombiana, consistió en reformularlo, resumiéndolo en estas diez sencillas palabras, que además lo hacen más fácil de aplicar:


Teorema del seno: el más grande es el más bueno.

domingo, 9 de junio de 2013

¡A mí que me canten sin eufemismos!

    El diccionario de la Real Academia define eufemismo como la "manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante".  Lo que viene a significar algo así como tratar de decir bonito las cosas feas.  En principio hasta buena idea parece.

    Pero, como muchas buenas ideas, se ha desvirtuado por el abuso.  En estos tiempos modernos en los que todos nos ofendemos por todo, el eufemismo se ha vuelto una práctica no solo ampliamente extendida, sino además socialmente exigida y ahí comienza el despelote.  Llegamos al punto en que todo suena ofensivo, feo, discriminatorio, inapropiado.  Si antes había que pensar antes de hablar, ahora hay que pensar antes de traducir a eufemismos y luego sí hablar.  La idea original se ha desvirtuado bastante.

Supereufemismo.
    Aclaro: no soy partidario de que la gente hable como le venga en gana, que insulte, que sea grosera o que pase por alto las normas de la gramática, sino que me parece que adornar demasiado la verdad la convierte fácilmente en mentira.

    Además, me parece que la discriminación está en la actitud, no en la palabra. ¿Puede ver un ciego si le digo limitado visual? ¿Soy menos gordo si me dicen que estoy "repuestico"? ¿Tengo mejor calidad de vida si me dicen humilde en lugar de pobre? Habrá que preguntarle al DANE cuántos colombianos vivían por debajo de la línea de pobreza y cuántos viven ahora por debajo de la línea de humildad.

    Todavía más perversa es la deformación del eufemismo con la que los políticos nos ocultan su corrupción y nos hacen creer que gobiernan para nuestro beneficio. Pero como este blog no trata temas políticos, dejo ahí el tema que es extensísimo.

    Otra versión que resulta realmente molesta es la del eufemismo noticioso: "en las presuntas imágenes presuntamente captadas por la presunta cámara de seguridad, presuntamente se puede observar cómo el presunto asesino presuntamente le clava el presunto puñal a la presunta víctima en repetidas ocasiones hasta dejarlo presuntamente muerto..."

    Y llegamos al colmo de los colmos: la palabra eufemismo ya no es apropiada. Ahora hay que decir término políticamente correcto... ¡el eufemismo del eufemismo!

La célebre meca del teatro musical.
imagen de http://mural.uv.es/
    ¿A qué viene tanto alboroto de mi parte? A que anoche tuve una pesadilla de esas que lo atormentan a uno por varios días. Era una especie de comedia musical (díganme si eso no es una pesadilla de esas que lo atormentan a uno por varios días) en la que un niño nacido a mediados de los años 70 crece en un mundo eufemístico, donde toda expresión que pudiera resultarle incómoda u ofensiva a alguien debía disfrazarse con palabras dulces y suaves...

En la primera escena el niño de brazos es arrullado por su madre, que dulcemente le canta: 

Duérmete, niño,
duérmete ya,
o viene el fruto tropical que crece en palmeras en las zonas costeras
y practicará contigo la antropofagia.


Después, en el jardín infantil, aparece cantando con sus compañeritos:

Mambrú se fue al conflicto armado
qué ayayay, qué ayayay, qué pecaíto
Mambrú es un actor del conflicto armado
no sé cuándo vendrá...
Mambrú ha sido dado de baja en una acción militar,
qué ayayay, qué ayayay, qué pecaíto...

***

Los pollitos dicen pío, pío, pío,
cuando tienen necesidades alimentarias insatisfechas,
cuando su temperatura corporal está por debajo del nivel normal.

***

Hasta la tradicional IPS de los muñecos
llegó el humilde Pinocho, gravemente lesionado.
Un intolerante ahuyentador de aves, presuntamente implicado en acciones delictivas
lo sorprendió dormido y lo agredió...


En la siguiente escena el muchacho, ya preadolescente, baila en una fiesta:

Madre, yo me acuesto tranquila,
me arropo pié y cabeza
y el hombre de color me destapa.
Madre, qué será lo que desea el afrodescendiente...

***

Tú, que decías que ya no era útil,
tú, que decías que ya no salía,
ahora mismito, mi amgio yo te vengo a saludar
escucha, escucha... oye sonar las trompetas, oye los cueros sonar
Ricardo viene de frente con su sonido extraordinario...
Ahí viene Richie, viene vira'o como creatura robusta de carga, tocando el tumba'o.


En una presentación de la estudiantina del colegio:

Lunita consentida, colgada del cielo,
como un farolito que puso un ser espiritual cuya existencia no puede comprobarse científicamente,
para que alumbrara las noches calladas,
de esta cabecera municipal adulta mayor de mi corazón.

Cabecera municipal de mis cuitas,
de viviendas de interés social,
por tus calles con orden público normalizado,
pasó mi juventud con exceso de velocidad...

Hoy que vuelvo a tus lares trayendo mis cantares
y con el alma delicada de salud de tanto qué pecaíto,
quiero, cabecera municipal adulta mayor, terminar mi ciclo vital aquí en tu superficie,
bajo la luz del cielo que un día me vio nacer.

***

Camino entrado en años, de mi zona rural,
por donde tantas veces pasé,
llevando al hombro mi taleguera con mis cuadernos y mi pizarra,
rumbo a la institución educativa de doña Inés...


Después, llevándole serenata a una niña de la universidad:

¿Hace falta que te diga que ceso en mis funciones vitales por tener algo contigo?
¿es que no te has dado cuenta del alto costo que me reporta mantener contigo una amistad?
Ya no puedo acercarme a tu boca sin deseártela de una manera enferma mental...

Ya no puedo continuar interceptando ilegalmente día y noche, tu llegar adivinando.
Ya no sé con qué excusa pasar por tu casa...


En un bar, con sus compañeros de trabajo:

¡Alicorado! alicorado hasta el amanecer
¡Ay! con alto grado de alcoholemia hasta el amanecer
¡Muy bebido! bebido hasta el amanecer
¡Totalmente pasado de tragos! Pasado de tragos, pasado de tragos hasta el amanecer...

***

La cabra, la cabra, la niña prepago de la cabra,
su progenitora escort que la dio a luz,
yo tenía una cabra que se llamaba Asunción...
yo tenía una cabra y la muy dama de compañía se murió.


Luego aparece, ya siendo un joven adulto, cantando en el cumpleaños de su padre:

Es una persona de bien mi adulto mayor
que anda solo y esperando
tiene el qué pecaíto extenso
de tanto venir andando.

Adulto mayor, mi querido adulto mayor
ahora ya camina tardo y con dificultad
como reconciliándose con las corrientes de aire.

Afortunadamente en ese momento me desperté aunque, para sorpresa de mi esposa, lo hice gritando: ¡A mí que me canten sin eufemismos!


Nota:  El buscón de la RAE es un servicio de consulta en línea del diccionario de la Real Academia. Utilizarlo es muy fácil.  Escriba en la barra de direcciones de su navegador rae.es/palabra y presione enter (reemplace "palabra" por la palabra que quiere buscar). Así podrá ver el significado de la palabra.  Por ejemplo, la palabra "palabra" registra once significados diferentes en el diccionario de la Real Academia Española.
Así de fácil es buscar el significado de las palabras.

sábado, 25 de mayo de 2013

Call on bee ah!

Antes de comenzar, de todo corazón mil gracias a las personas que nos han visitado.
  Completamos mil visitas al blog de Desbaratóstenes y esperamos seguir contando con su presencia.
Para no abrumar a nuestros queridos lectores, a partir de ahora publicaremos entradas quincenalmente

Ávatar del maestro Dick Salazar.
Reproducido sin permiso... ¡Ay!

    La onomástica, o estudio de los nombres propios es una rama poco conocida y todavía menos practicada de la lexicografía.  La onomástica municipal, que es una especialidad de dicha rama, es una disciplina en formación que tiene en nuestro país su más ínclito representante, el maestro Dick Salazar, quien además es el padre de Locombia y dickrector/edicktor en jefe de El periódicko (le recomiendo encarecidamente seguir a @dicksalazar en twitter. Su salud mental se lo agradecerá).

    El maestro Salazar es el autor de dos importantísimos tratados: "Colombia: potencia mundial en palindromía municipal" y "Resultados del concurso de municipios isovocálicos".  Estos textos ya son clásicos de la lexicografía colombina y han dado origen a una escuela de onomástica municipal que comienza a abrirse campo en los círculos intelectuales del país del Sagrado Corazón.

    Conocedor de los textos que acabamos de mencionar, el prestigioso etnolingüista Justin Case preparó una disertación para el primer congreso colombiano de onomástica municipal, que se celebrará vaya usted a saber dónde y cuándo.

    Como primicia de este blog, y en sentido homenaje al maestro Dick Salazar, presentamos a ustedes "Call on bee ah, país de municipios bilingües".


Mapa del Nuevo Reino de Granada.
Tomado de http://cronicascartograficas.wordpress.com
    Es un hecho ampliamente conocido que, con la llegada de los españoles al nuevo mundo en 1492, las sociedades autóctonas sufrieron una profunda transformación que abarcó todos los campos de su existencia y entre ellos el lingüístico en particular.  Un hecho paralelo y prácticamente desconocido es la presencia entre las tropas españolas de infiltrados británicos que, haciéndose pasar por chapetones, recorrieron el territorio del nuevo reino de Granada.

    Entre las poquísimas pistas que ha conservado la historia de esta subrepticia presencia anglosajona en los territorios descubiertos por la corona española, se encuentran los nombres de algunos poblados que revelan la influencia de la lengua de Shakespeare en estas tierras.  Estos son algunos de los municipios bilingües de Colombia:

El departamento del Amazonas nos aporta, facilito, su capital: Let easy ah.

De Antioquia encontramos a la decisiva Cock or now, el sorprendido What a pay, los gemelos idénticos de Son son y el veloz Turbo.

En Arauca encontramos el utilísimo municipio de Four tool.

El Atlántico el peligro del alcohol en Bar and kill ya y la iluminada Candle area.

En el departamento de Bowl e-bar, los muchos callejones del municipio de More alleys.

Boyacá tiene a la dibujada Toon ha, el efectivo She's cash, el escocés McCann All y el poderoso We can.

Caldas, además de los evidentes Pensylvania y Filadelfia, aporta el municipio de la respuesta maternal: Answer, ma.

En Casanare, el nutritivo y varonil municipio de Man e.

Córdoba nos preocupa con el poco saludable Mom ill.

Cundinamarca no se queda atrás con el gastronómico Catch e-pie, el ubicado Here are dot, el ludópata Why a bet all y el remendado Patch-o.

En el Huila están los automovilísticos Pit all y Jaguar ah.

La posesiva y ganadera Guajira nos presenta a My cow.

El Magdalena nos encontramos con el metalero A rock attack ah, y el alfanumérico R E 1 E.

Nariño nos sorprende con Past O, el redondito Cum ball y el siempre vigilante Watch you Carl.

Putumayo rinde homenaje al descubridor de América con Call on.

En el Quindío encontramos el demostrativo municipio de P-How.

Santander, a parte del evidente California, tiene al pecaminoso N sin o, la arenosa colina de Sand Hill, el 
enguayabado Bell S, y la bibliófila transformista Book are a man gal.

En Tolima está el giratorio Spin all.

El Valle del Cauca nos presenta, al vuelo, a Jumbo.

Y, para terminar, el departamento del Vaupés dice "yo también" desde su capital, Me too.

Estos son, señoras y señores los hechos. Estas dos veintenas de municipios son, creo yo, evidencia válida para sustentar mi hipótesis, ¿okay?

sábado, 11 de mayo de 2013

Mundo chiviado

CD y DVD piratas. Tomado de
http://www.vanguardia.com/ 
    Donde florece el éxito aparece la envidia, así como donde crecen los cultivos aparece la cizaña.  Y es que una vez que alguien ha conseguido el éxito, siempre aparece otro alguien que se quiere aprovechar del triunfo ajeno para su propio lucro.  Ha pasado desde tiempos remotos y seguirá pasando per secula seculorum.

    La piratería es un mal muy conocido en el llamado tercer mundo (qué término tan maluco; nos deja como si fuésemos un mundo pirata), que reporta millones de dólares en pérdidas anuales a las empresas productoras de software, cine, libros y música entre otros.  Abundan en la geografía capitalina las islas de piratas, donde se consigue con facilidad este tipo de artículos. Sanandresitos, los alrededores de Unilago, los 'agáchese' de la carrera 7, el "centro cultural del libro" (¡Hágame el favor!), y tantos otros centros de distribución de lo chiviado, en los que los capitalinos pueden acceder a productos de dudosa calidad a precios bajos, incumpliendo además algunas leyes.

    Otra manifestación de esta envida-oportunismo comercial la constituyen los negocios clonados.  En Bogotá es habitual encontrar restaurantes con nombres como "Surtidora de Aves la 22" y "La Brasa Rola", supermercados en barrios populares con nombres como "Mi Cafancito" o "Mini Idema", y tantos otros cuyos nombres son evidentes adaptaciones de los de establecimientos de prestigio.  Hace poco más de un mes, en la calle 163 con carrera 9 en Bogotá, encontré un vendedor ambulante con un carrito que llevaba alimentos (dulces, empanadas, bocadillos, emparedados, galletas, gaseosas, etc.) y que tenía el sugestivo nombre de "Carrofour".

    También son muy conocidos los productos extranjeros de imitación, que también hacen uso de leves deformaciones de marcas de alto prestigio:

BlueBerry, HiPhone, Panascanic, Hike, Roxana, Sqny, Sonia, Adadis, PolyStation, CheryQQ, Bucksstar y Heimekem.

    Un caso muy particular es el del pintor holandés Han Van Meegeren, famoso por copiar la obra de su coterráneo Johannes Vermeer. Lo curioso del trabajo de Van Meegeren fue que creó obras nuevas que hacía pasar por cuadros de Vermeer, logrando tal grado de perfección en la imitación del estilo de su paisano que engañó a varios especialistas, al propio gobierno holandés y a los nazis.  Van Meegeren vendió uno de sus falsos Vermeer al nazi Hermann Göring -mariscal del Reich-, por lo que fue acusado de traición y le esperaba la pena de muerte. Debió pintar bajo supervisión de las autoridades holandesas para demostrar que él era el autor de las obras. Levantada la acusación de traición, fue acusado de falsificación y fraude.  Murió mientras se apelaba su caso en la corte.

Cristo con la adúltera. El Vermeer falso que Van Meegeren
pintó y vendió al nazi Hermann  Göring

    Pero más extraño aún es este caso de falsificación:

    El señor Pablo Vergara  (nombre cambiado porque ya no recuerdo cómo se llamaba) es un fotógrafo que trabaja en Bogotá, a quien conocí a mediados de la década de 1990. Como muchos otros fotógrafos, registra con su cámara primeras comuniones, bautismos, matrimonios, fiestas de 15 años, grados y demás eventos sociales.  Sin embargo, Vergara explotaba, por aquella época, un muy extraño y no sé qué tan lucrativo negocio: Vendía bendiciones papales chiviadas.

    Una bendición papal, o bendición apostólica es un documento oficial emitido por el Vaticano, en el que el Papa impone su bendición ya sea a una congregación, una institución, un grupo de personas, una familia, o -con menos frecuencia- a un individuo. Aunque no tiene la firma del Papa, sino de algún Obispo u otro funcionario de la Limosnería Vaticana, es el equivalente a un autógrafo del Sumo Pontífice, que se entrega en un pergamino con la imagen del Papa y un texto en el que se invoca la bendición de Dios para el donante (visite el sitio oficial de la Limosnería Apostólica haciendo clic aquí).

    Lo verdaderamente perverso del negocio del señor Vergara es que él hace creer a sus víctimas que son documentos auténticos expedidos en Roma, que tramita mediante conocidos suyos.  Como, además los entrega ya enmarcados, quienes han caído en su trampa difícilmente pueden comprobar la falsedad de lo que reciben.

    Talentoso, como muchos colombianos, y con un enfoque perverso de ese talento (como tantos otros colombianos) y en una época en que el software de edición de imágenes no era popular, hay que reconocer que este falsificador hacía un muy buen trabajo de manipulación fotográfica para reemplazar el nombre del documento original por el del pobre estafado.  Orgulloso, me mostró uno de sus productos, encargado por una familia muy piadosa y muy ingenua que además le había pagado por adelantado.

    ¿Qué efecto teológico tendrá una bendición chiviada? ¿Se condenará el falsamente bendecido? ¿En qué paila del infierno arderá el falsificador? Como el dinero recibido no se destina a la caridad, ¿en qué se gastará esa platica ese tipo? ¿Cuántos incautos habrán caído en la trampa de Pablo Vergara? ¿Volverán las oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar? Mama, ¿Qué será lo que quiere el negro? ¿No tiene más sueltico, mono? ¿Es que usted no sabe quién soy yo? ¿Cuántos pares son tres moscas? Sumercé, ¿por acá dónde hay una droguería?  Como pueden ver, son muchas las preguntas que genera este tema.

    Siempre he creído que para cada borrego hay un pastor, y por lo visto por cada oveja con lana también hay alguien dispuesto a esquilarla (y no siempre es el pastor). Así que cuidado, piadosas señoras, hay un tipo vendiendo bendiciones papales chiviadas.

    Cambiando levemente de tema, si siempre ha querido utilizar Adobe Photoshop para editar imágenes y le parece muy costoso y no quiere comprarlo pirata, primero que todo lo felicito, y en segundo lugar le recomiendo que utilice el GIMP (programa GNU de manipulación de imágenes).  Es un software libre y gratuito que da resultados de alta calidad aún utilizado por usuarios torpes como yo.  Funciona en Windows, Linux y Mac.  A continuación un ejemplito de lo que se puede hacer fácilmente con GIMP, si quiere empezar su propio negocio de bendiciones papales chiviadas (pero ojo, que se condena).

Bendición papal de Juan Pablo II,
lista para adulterar.

Nota: Las obras, documentos, productos y marcas que aparecen en esta publicación, así como los derechos correspondientes a ellas, pertenecen a sus respectivos propietarios y son utilizadas en este blog sin ánimo de lucro y -como las medias de lana- sin ánimo de lycra.

sábado, 4 de mayo de 2013

Sea un escritor de éxito.

    Finalizó el pasado miércoles la vigesimosexta edición (que se trague su propia lengua el que diga ventiseisava) de la feria internacional del libro de Bogotá, que ahora se llama filbo (recuerde que si no suena agringado no está de moda) y es la vigesimoprimera vez que tengo la oportunidad de asistir a tan esclarecido evento de la cultura y las letras no sólo de Bogotá, sino de Colombia, el mundo y sus alrededores.

    Año tras año acudo a visitar los pabellones y, esquivando a vendedores de cursos de lectura rápida e inglés, hago mi recorrido para ver las novedades literarias de la temporada, los autores de moda, los temas del momento, el siempre creciente precio del maíz pira, el también creciente número de "estatuas humanas" y hago un largo etcétera de las más variadas e inútiles observaciones.

    Ni falta hace decir que casi nunca me alcanza la plata para comprar libros. A veces para maíz pira.

    Avalado por estos 21 años ininterrumpidos de observación y análisis, presento hoy a los lectores el fruto de mis reflexiones sobre la industria editorial: la guía para ser un escritor de éxito.  Particularmente útil si usted no tiene ni idea de escribir (bienvenido, colega), si lo que le interesa es mojar prensa (bienvenido, fantoche) y lo que anhela es ganar dinero publicando libros (bienvenido, iluso). Alguno de estos atajos le llevará al éxito. Escoja el que más le guste, prenda su compu y ¡a escribir!

(Si hace clic sobre las imágenes, se amplían, y se justifica que me haya pasado horas y horas haciéndolas. Gracias).

1. El desnudo en la portada.
    No importa si se trata de la procaz novela erótica autobiográfica en la que revela sus perversiones, tan sórdidas, retorcidas y oscuras que harían sonrojar al marqués de Sade, de un tratado sobre el impacto de la cotización internacional de la papa criolla en la economía informal de Papúa Nueva Guinea o de la tierna historia de un pajarito que hizo su nido en una escuela y era alimentado por los estudiantes y las maestras hasta que un día murió succionado por la turbina de un avión de combate. Ponga en la portada de su libro la foto de una vieja en bola, y venderá. 

2. La palabrota en el título.
    Los autores irreverentes, los que rompen reglas, los que nadan contra corriente, los renegados, los que se expresan con desparpajo, los que desafían al "establecimiento", los que no temen provocar la censura y generar escándalo están de moda. Incluya en el título de su libro una palabrota y clasificará automáticamente en el selecto grupo de los valientes escritores e intelectuales que escriben como se les da la gana, y venderá.

3. Una de Conspiraciones.
    Presenciamos el auge las novelas que tratan de las conspiraciones. El secreto poder del Opus Dei, los ritos de los masones, las operaciones encubiertas de la CIA, los Anunnaki reptiles del espacio que desean adueñarse del mundo, los tesoros escondidos de los templarios, los asesinatos ordenados por la curia vaticana, los mensajes subliminales en las películas infantiles, el cadáver del extraterrestre en el área 51, el asesinato de Kennedy, el asesinato de Gaitán, los mensajes ocultos en las pinturas de Omar Rayo... Mejor dicho, tema es lo que hay. Escriba una novelita con pinta de crónica sobre alguna conspiración, y venderá.

4. Literatura para la mujer liberada.
    ¿Cocina, decoración o moda? ¡Ni por error! Eso es escribir para la mujer del medioevo. Lo que manda la parada en producción editorial hoy en día es el libro para la mujer liberada. Consejos para zafarse de la moral esclavizante, manuales para sobrellevar el despecho, diatribas interminables contra los machos, literatura semierótica (o erotismo semiliterario, como quiera).  Si el libro lo escribe un hombre, es imprescindible que lo haga con seudónimo de mujer. Háblele al oído a la mujer liberada, y venderá.

5. El gurú del Management.
    Los gerentes modernos y los mandos medios en los departamentos de recursos humanos de las empresas de nuestro país son ávidos consumidores de libros sobre gerencia, o management que le llaman ahora (recuerde que si no suena agringado no está de moda).  Lo mejor del asunto es que no hace falta saber mucho sobre nada en particular. Si tiene un caso de éxito de alguna empresa en la que trabajó, está hecho. Si no lo tiene, igual puede hacer un análisis exhaustivo de alguna empresa de renombre (así no la conozca ni de lejos). Haga una colección de recomendaciones obvias o muy disparatadas, utilice un título rimbombante o ridículo para su libro (ojalá con palabrejas en inglés), por ejemplo Maizitos vs. Doritos: el poder del local branding en la estrategia corporativa global, y venderá.

6. La infaltable antología.
    Si el problema es de falta de inspiración, nada mejor que una compilación. Desde la colección de mil coplas populares de Consacá, pasando por las 100 recetas con aguacate relleno de mora, hasta la selección de los mejores trinos de algún famoso fallecido recientemente, una antología tiene la doble ventaja de que, además de aparecer (y facturar) como autor, usted da la impresión de ser experto en algún tema. Compile (o fusile), sin escrúpulos, y venderá.

7. El pasado reciente y el presente indecente del país.
    Los ocho mil elefantes monitos retrecheros, los paracos, "lafar", las bacrim, los sicarios de la comuna, el carrusel de la contratación, el patrón paisa, el otro patrón paisa (el que está muerto), el desacato a las tutelas en el sistema de salud... Cualquier tema del pasado reciente o del presente indecente del país se presta para escribir un libraco atractivo para el consumidor deseoso de morbo criollo. Si el título incluye palabras como oscuro, sombras, maligno, patrón u otras por el estilo, tanto mejor, porque hasta pueden hacerle una telenovela. Consiga un guardasespaldas alto y fornido, póngase en el plan de sacar los trapitos patrios al sol, y venderá.

8. Autoayuda y dietas.
    Tan segura es la poca efectividad de este tipo de libros, como la gran cantidad de compradores que tienen.  El sueño de una personalidad colosal o de un cuerpo ultraliviano moviliza intereses y vacía billeteras a lo largo y ancho de nuestro largo y ancho país, pues abunda la gente con personalidad ultraliviana y cuerpo colosal. Créame, amigo lector, que si la autoayuda ayudase no andaría yo de bloguero, y si leer adelgazara no agrietaría yo la superficie del planeta con este décimo de tonelada que difícilmente hago rodar de aquí para allá. Sin embargo, escriba un librito de autoayuda o sobre una dieta novedosa, y venderá.

9. Una saga peliculable.
    El 90% de los tuiteros se cree opinador profesional, el 90% de los opinadores se cree periodista, el 90% de los periodistas se cree escritor y el 90% de los escritores cree que sus libros merecen ser llevados al cine.  El problema de este atajo es que la industria cinematográfica de hoy exige que el autor tenga pensado tema para dos o tres películas, por lo menos.  Antes, con un buen libro bastaba. Luego se les ocurrió que el libro debía tener una secuela para hacer otra película. Ahora apareció un engendro idiomático-cinematográfico-literario: la precuela (que se muerda la lengua y sangre el que inventó esa palabreja). Sí quiere ver su obra en la pantalla grande, escriba una precuela, una cuela y una secuela (si es bueno para echar carreta, escriba una saga completa), y venderá.

10. El mágico título esdrújulo.
    Una intrincada conjunción de razones socioculturales, fonológicas, neurolingüísticas y electrofisiológicas (o sea, no tengo ni idea del por qué) hace que los lectores se inclinen por títulos que tienen palabras esdrújulas (No recuerdo si es Cortázar u otro autor el que trata este tema en alguno de sus libros). Fíjese nomás en Ávatar, la Cándida Eeréndira, y tantos otros. Si su título tiene cuatro palabras esdrújulas, no solo será un best seller, sino también un póker, como la novela "Érika, la lúcida fanática estroboscópica" o "El mágico y trágico éxodo del último céfiro romántico". Así que hágale, póngase esdrújulo, y venderá.

Ahora, si no le gustan los atajos y  lo suyo es la escritura de verdad, pues escriba, y ojalá bien. Pero no le garantizo que venderá.

Nuestro agradecimiento a Editorial Fotoshó, que nos facilitó las carátulas de algunos de sus libros.
Y nuestras disculpas a los autores originales de las imágenes utilizadas.

sábado, 27 de abril de 2013

Mora, el bullynerd.

"Bullying", imagen de Chesi.
Licencia CC.
    Cuando cursaba mis primeros años de secundaria, a finales de la lejana década de 1980, no se hablaba de matoneo escolar, ni sucedían casos tan tristes como los que hoy registran (con la consabida dosis de amarillismo) nuestros periódicos y noticieros. Pero desde que hay colegios ha habido bravucones y a mí me tocó padecer a uno de los más particulares, una combinación de bravucón y empollón, lo que hoy en día llamaríamos un bully-nerd (¡ese maldito resabio de utilizar palabras inglesas cuando existen equivalentes en castellano!).

    La historia que les voy a contar es real pero, obviamente, es solamente mi versión de la historia.  Siguiendo la tradición escolar me referiré al bravucón por su apellido, Mora.  En parte para proteger su identidad y en parte porque revelar que su nombre de pila es Mario realmente no le aporta nada al relato.

    Conocí a Mora cuando llegué al colegio Champagnat a cursar grado sexto. Él era un tipo bastante más alto que el promedio, de cara larga, mentón pronunciado, ojos negros y manos grandes.  Cuenta la leyenda que Mora había perdido algún año de primaria (cuarto o quinto, nunca lo supe), pero él negaba categóricamente ese hecho, y le enfurecía siquiera que lo insinuaran en su presencia.  Mi vecino de al lado, que estudiaba en el mismo colegio e iba un año adelante de mí, recordaba haber sido compañero de Mora en  primer año de primaria y este dato confirmaba la leyenda del año perdido.  Mora tenía entre los profesores del colegio la fama de ser un buen estudiante aunque a los demás estudiantes nos parecía más bien un "comelibros" con muy buena memoria y una dedicación al estudio que era realmente admirable.

Escudo del gloriosísimo
Instituto Champagnat.
    Yo era el estudiante promedio, no muy alto, no muy flaco, no muy  malo para el estudio pero tampoco un estudiante sobresaliente (ese cargo en mi familia lo ha ocupado siempre mi hermano mayor).  Durante el grado sexto no tuve mucha ocasión de interactuar con Mora porque no formaba parte de mi grupo cercano, pero sí pude constatar que era muy dedicado y que realmente se molestaba cuando no obtenía el primer puesto del salón en cada entrega de calificaciones.

    No conocí la otra cara de Mora, la de matón, hasta que ingresamos a grado séptimo.  Por una especie de karma escolar los queridísimos hermanos maristas hacían que los grupos pasaran casi iguales de un año a otro, así que uno se hacía a la idea de ver las mismas 34 o 35 caras hasta la graduación.  Entonces, Mora y yo éramos nuevamente compañeros y él comenzó a percibirme como amenaza porque mi rendimiento escolar era bueno y gozaba de cierto aprecio entre los profesores.

    Un día, en clase de español, mientras preparábamos en grupos de 4 estudiantes unas pequeñas obras de teatro inventadas por nosotros mismos, uno de mis compañeros de otro grupo se acercó a mí y me pidió que participara como extra en su obra, "nacido para sufrir", en la que yo interpretaría el papel del abuelo del protagonista, un muchacho que debía afrontar durísimas condiciones en su vida y que sólo en el viejo encontraba palabras de consuelo y apoyo en su desgracias.  Siempre me gustó actuar, así que acepté de inmediato.  Minutos antes de comenzar la obra, ya en el salón de clase, tuve la oportunidad de conocer al elenco, entre quienes destacaba Mora, nada más y nada menos que el protagonista, el nacido para sufrir, que estaba muy molesto porque me habían escogido a mí para el papel de su abuelo.

Theatre. de Torn Magliery.
Licencia CC.
    Las nubes de tormenta se formaron cuando comenzó la obra, porque el nacido para sufrir llegó donde su abuelo a contarle las desdichas de su vida y el viejito, en lugar de brindarle las palabras de consuelo que tanto necesitaba, comenzó un incontrolable ataque de risa nerviosa, que rápidamente contagió a buena parte del curso, con la segura excepción de Mora y del profesor de español, quien ordenó que se detuviera la obra, con la consecuente mala calificación para el grupo.

    La obra de mi grupo había sido una tragicomedia que narraba las peripecias de Gerundio Pataquiva, un analfabeta que trataba de conseguir empleo.  Su estilo desenfadado e hilarante, con un toque de crítica social, gustó mucho entre los asistentes y mereció una felicitación y una buena nota de parte del profesor.  Así que ya se imaginarán ustedes la bronca que tenía Mora porque yo, que había hecho tan bien el papel de Gerundio, había arruinado su protagónico y le había causado una mala calificación.  Ese día quedé inscrito en la lista de sus enemigos y pude disfrutar de su mala cara y de uno que otro empujón cada vez que me cruzaba en su camino.

    Días después, mientras disfrutábamos del recreo, cometí un error de esos que sólo cometo yo: me puse a jugar fútbol.  No es que yo fuera malo para el fútbol, pues el profesor de educación física, Lalo Granja, siempre me dijo que tenía madera para ese deporte.  Recuerdo que en los entrenamientos me gritaba: "¡Tronco! ¡Este man es mucho tronco! ¡Troncazo!". 

Papitas, como las que tenía Mora.
De Steven de Polo. Licencia CC.
    Estaba ingresando al área contraria por la zona derecha, y al recibir un pase magistral de Guevara, tenía frente a mí al arquero, diminuto preadolescente dentro del enorme arco de la cancha, y pateé un riflazo de zurda con una comba imposible de atajar.  Imposible, porque el balón se desvió hacia la derecha y pasó a poco más de un metro del arco, estrellándose contra un paquete de papas a la francesa con salsa de tomate que alguien tenía en la mano mientras observaba el juego.  Las papitas salieron volando del paquete recién comprado y cayeron al suelo, húmedo todavía por las lluvias de temporada, así que quedaron "en pérdida total" como dicen ahora en los accidentes de tránsito.

    Mis ojos, y los de mis compañeros, siguieron la trayectoria del balón, luego la de las papitas voladoras, y finalmente se posaron en la furibunda mirada del propietario del malogrado refrigerio... ¡era Mora!  Esta vez yo estaba entre los que no reían; obviamente, Mora tampoco estaba muy divertido con todo el asunto. A prudente distancia ofrecí mis disculpas y hasta propuse comprarle unas papitas para reponer las que había tirado al suelo con mi remate de francotirador.  Sus ojos inyectados de sangre y su ceño fruncido fueron la única respuesta que recibí.  Había firmado mi sentencia con una papita a la francesa como pluma, y con salsa de tomate como tinta.  Si había una forma de salvarse de esa, yo no la conocía, ni la conozco.

    Terminada la jornada escolar, los alumnos se iban a sus casas, a excepción de algunos que formábamos parte del club de Karate del colegio.  Me imagino que estarán pensando ustedes "¿practicaba Karate y le tenía miedo a Mora?".  Pues sí, sí le tenía miedo... recuerden que Mora era mucho más grande que yo.  Además esto era la vida real, no la película de Karate Kid.

    Esa tarde, luego de las clases, estaba en el salón, alistando mis cosas para la práctica cuando apareció Mora y me dijo algo así como que ahora no tenía cómo escaparme, y comenzó a avanzar hacia mí. Arrinconado, sin salida, no tenía otra opción que enfrentar el destino.  Era una situación de esas en las que "hay que vencer o ganar", como diría Javier Krahe.  Si me iba a dar la paliza de mi vida, tampoco estaba yo dispuesto a vender barato mi pellejo.  Uno que otro golpe tendría que dar si estaba sentenciado a recibir muchos.

Sensei Carlos Mario McEwen.
En el recuadro rojo, yo.  1986.
    Cuando Mora estaba a punto de darme el primer golpe, y yo a punto de cerrar los ojos y lanzar el mío, escuchamos una voz que, desde la puerta, decía: "Giovanni, no puedo creer que sólo haya llegado usted".  Se sabe bien que pocas cosas hay que detengan el ataque de un bravucón, y entre ellas está la voz de un adulto.  Y si ese adulto es Carlos Mario McEwen, hermano marista, y mi maestro de artes marciales, tanto mejor.  El ímpetu asesino de Mora se convirtió en miedo, dio media vuelta y salió del salón sin decir nada.  El sensei McEwen no tuvo que decirle nada más; enfundado en su blanco Karategui y luciendo su flamante cinturón negro, no necesitaba un larguísimo discurso para ahuyentar a Mora o para animarme a mí.  Un verdadero karateka resuelve una situación de conflicto más fácilmente actuando como Ghandi que imitando a Bruce Lee.

    Después de ese incidente Mora no volvió a molestarme, ni a dirigirme la palabra siquiera.  El sensei tampoco se refirió nunca al incidente, y yo pude seguir mis años de secundaria tranquilito, teniendo presente no volver a jugar fútbol, y preguntar siempre quiénes iban a formar parte del elenco en cada obra de teatro en la que participé en los años posteriores.  El sensei McEwen me enseñó puños, patadas, defensas, katas y técnicas de combate, cómo no, pero lo que más valoro de todo lo que aprendí de él fue que hay que defender al débil, y que a veces no hay que dar un solo golpe para ganar un combate.  En cada lugar del mundo en el que ha estado (sé que ha trabajado como educador y religioso por lo menos en 4 de los 5 continentes), el sensei McEwen ha formado a muchos jóvenes con los mismos valores, transmitidos con su ejemplo y con la enseñanza del Karate-do.

    Como ocurre con la mayoría de mis excompañeros de colegio, poco sé de lo que pasó después con Mora.  Si hemos de confiar en el omnisciente Google, alcanzó el grado de teniente del ejército. ¿Qué otra carrera podría escoger un bravucón?